viernes, 30 de enero de 2015

CONTRATOS DE FUTUROS

¿QUÉ SON LOS CONTRATOS DE FUTUROS? LOS PARTICIPANTES

Los contratos de futuros representan uno de los derivados con mayor
tradición y negociación. Estos contratos constituyen un acuerdo para
comprar o vender, a un precio especificado, una determinada cantidad
del activo subyacente en una fecha futura predeterminada.
En la negociación de los contratos de futuro se plantean dos objetivos
diametralmente opuestos: por un lado, se especula con un movimiento
favorable en los precios del subyacente; y por el otro, se busca una
cobertura ante un movimiento desfavorable del mismo. Así, vamos
a encontrar básicamente dos tipos de participantes: por un lado, el
especulador que se apalanca utilizando los contratos de futuro para
beneficiarse con los movimientos que espera del subyacente; y por el
otro; un participante interesado en lograr una cobertura (“Hedge”) de
una determinada posición.
En efecto, los mercados de futuros se crearon originalmente para cubrir
las necesidades de quienes deseaban preservarse del riesgo.
Un ejemplo de la utilización de contratos de futuro podría darse en
la siguiente situación: imaginemos a un productor de soja que va a
levantar su cosecha dentro de 4 meses y quiere asegurarse un precio
de venta de su producción. Del otro lado hay una empresa que utiliza
la soja como materia prima para elaborar aceite de soja, y que quiere
asegurarse el precio de compra de esa materia prima esencial para su
producción. Aquí tenemos pues a dos participantes que pueden intervenir
en un contrato de futuros: uno como comprador -la empresa-
y otro como vendedor -el productor-, ambos con la intención de
asegurarse un precio que dé certeza a sus respectivos negocios. Pero
también podría aparecer algún especulador que imaginara un mercado
alcista para la soja y que, en consecuencia, estuviera interesado en
comprar contratos a futuro de soja, con la intención de venderlos a un
precio superior cuando los precios de la soja aumentaran en el futuro.
Por ello, las operaciones de cobertura pretenden evitar la exposición a
los movimientos adversos de los precios de un activo. En tanto, en el
mercado los especuladores toman posiciones que suponen una apuesta
al alza o a la baja de un determinado activo. Por eso suele decirse
que, en este caso, la actividad de los especuladores es buena y necesaria
para que estos mercados puedan funcionar fluidamente. Son
ellos, como vimos, quienes asumen los riesgos en contrapartida de la
búsqueda de cobertura de otros participantes.
Finalmente, existe un tercer grupo importante de participantes en los
mercados de futuros: los “arbitrajistas”. El arbitraje supone la obtención
de un beneficio libre de riesgo por medio de transacciones simultáneas
en dos o más mercados. Un ejemplo de arbitraje se puede dar
cuando, por ejemplo, una determinada acción cotiza en dos mercados
distintos con precios diferenciados. En este caso, un arbitrajista podría
tratar de capturar esta diferencia de precios comprando en un mercado
y vendiendo en el otro; y, simultáneamente, realizando la cobertura
en el mercado de cambios correspondiente: vendiendo la moneda
obtenida por la venta y comprando la necesaria para liquidar la compra,
quedándose con la diferencia sin tener ningún riesgo de mercado.
Sin embargo, las oportunidades de arbitraje no pueden durar mucho
tiempo; y además, posiblemente los costos de las operaciones eliminen
los beneficios para un pequeño inversor.


PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS

En los contratos de futuros, tanto el comprador como el vendedor tienen
la obligación de liquidar la operación de acuerdo con las normas
del mercado en el cual participan. El mercado organizador constituye
una suerte de “Clearing House” o “cámara compensadora” que define
la naturaleza de los contratos, así como los distintos procedimientos
y regulaciones que deben cumplimentar los participantes, para que
los contratos del caso puedan cumplirse y liquidarse. Básicamente, el
mercado organizador determina el tamaño de los contratos y cómo
se negocian éstos; las garantías que se debe exigir a cada uno de los
participantes (esto se llama “margen de garantía inicial”, y es el monto
de dinero que las partes deben mantener en garantía mientras tengan
abierta una posición); la reposición diaria de pérdidas y ganancias, en
caso de corresponder; la forma de liquidación del contrato; y el cupo
máximo o limite de posiciones que puede mantener cada intermediario,
en función de que cada mercado actúa como contraparte central
de liquidación de las operaciones. El organizador determina también
la forma de liquidación del contrato al vencimiento, la cual es generalmente
por diferencia de precios -en algunos contratos de futuro está
prevista la entrega física del producto, aunque esto se concreta en una
cantidad mínima de contratos-.
En nuestro mercado bursátil este papel lo cumple el Mercado de Valores
de Buenos Aires (Merval), quien a través de distintas circulares
reglamenta toda la operatoria que pueden realizar los inversores dentro
de su ámbito. Por supuesto, estas operatorias y su reglamentación
deben tener la autorización previa de la Comisión Nacional de Valores.
Las garantías son aspectos muy importantes en los mercados de futuros,
y también lo son en el de opciones. Los inversores deben cumplimentar
los requerimientos de garantías de cada operatoria en particular,
y reforzarla en caso de que su agente lo solicite, cuando se dan
movimientos de precios adversos. Al finalizar cada día de negociación,
la cuenta de garantía es ajustada para reflejar las ganancias o pérdidas
del inversor. A esto se le llama “ajuste al mercado” (marking to market),
y consiste en la liquidación diaria de pérdidas y ganancias.
Los mercados de futuros permiten que los participantes se favorezcan
de un “efecto palanca”, o “apalancamiento”, porque con un desembolso
inicial relativamente pequeño -las garantías- se puede tomar una
posición especulativa de cierta magnitud. Por eso, comprender la envergadura
de los riesgos y de los posibles requerimientos de reposición
de garantías es un tema que no puede estar fuera del análisis de un
inversor racional.

  LOS PRECIOS EN LOS CONTRATOS DE FUTUROS

Quien compra un contrato de futuros adopta lo que se llama una posición
larga (“long position”), por lo que en la fecha de vencimiento del
contrato tiene el derecho a recibir el activo subyacente objeto de la
negociación. Por su parte, quien vende un contrato de futuros adopta
una posición corta (“short position”) ante el mercado, por lo que al llegar
la fecha de vencimiento del contrato deberá entregar el correspondiente
activo subyacente y recibir a cambio la cantidad de pesos acordada
en la fecha de negociación del contrato de futuros. El precio de
esta operación se forma en estrecha relación con el precio del activo
de referencia o subyacente, que a través de procesos de negociación
puede ser comprado o vendido en cualquier momento de la rueda de
operaciones. Es importante remarcar aquí que un contrato de futuros
se puede vender o comprar con la intención de mantener el compromiso
hasta la fecha de su vencimiento, y proceder a la entrega o recepción
del activo correspondiente; pero dicho contrato también puede
ser utilizado como instrumento de referencia en operaciones de tipo
especulativo o de cobertura, como vimos anteriormente -y es lo que
generalmente sucede-, ya que no es necesario mantener la posición
abierta hasta la fecha de vencimiento. Cuando se tiene una posición
compradora o vendedora, ésta puede cerrarse sin esperar a la fecha
de vencimiento, simplemente vendiendo o comprando el número de
contratos comprados o vendidos que se posean, realización mediante
de la operación inversa. Por ejemplo, alguien con una posición vendedora
puede cerrarla anticipadamente al acudir al mercado y comprar
el número de contratos precisos para quedar compensado.
El precio teórico de un futuro surge de sumarle al precio del activo subyacente
en el mercado de contado, o “spot”, los intereses a devengar
hasta el vencimiento (utilizando la tasa de interés que rige en el mercado
para tomar fondos prestados), menos los ingresos que pudiera
generar el activo subyacente durante la vigencia del contrato. Esto es
particularmente claro cuando nos referimos a futuros cuyo activo subyacente
es un activo financiero.
El precio de contado es el precio del activo subyacente en el mercado
de contado, también llamado “precio spot”. El costo de financiamiento
representa el costo de tomar dinero prestado para la compra
del mismo, más su costo de almacenamiento -en el caso de activos
físicos- o de custodia -cuando hablamos de activos financieros-. Y el
rendimiento o ingreso que puede generar el subyacente está referido
en particular al caso de los activos financieros cuando, por ejemplo, se
producen pagos de rentas y amortización para instrumentos de renta
fija, o dividendos en el caso de las acciones.
Al aproximarse la fecha de vencimiento de un contrato de futuro, el
precio del contrato tiende a converger con el precio del activo subyacente
-o a acercársele de forma gradual- en el mercado spot. Si esto no
se produce, se genera una posibilidad para que los arbitrajistas ingresen
en el mercado con el fin de obtener una diferencia libre de riesgos,
al aprovechar este desfasaje entre los dos precios -lo cual finalmente
provoca que ambos se terminen igualando-.

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